Solos

Caminan por la ciudad lado a lado pero el idioma que no comparten los deja a solas, cada uno con sus pensamientos.
Ella va como flotando, mirando desde la cámara oculta que es su cerebro, la ecena de ellos dos caminando sintiéndose inesperadamente bellísima. El es un silencio misterioso, una torre para escalar, un puente que nunca fue cruzado, un trofeo que quiere- más que nada en este momento- ganar. No hay besos, ni abrazos y por supuesto tomarse de las manos no es una opción. Ha quedado claro- en la mezcolanza de idiomas que usan para comunicarse-  que reniegan de todos los lugares comunes de los romances de vacaciones, de todas las frases hechas y los gestos típicos del amor. Están empecinados en quererse de una forma original.
Sin embargo ella solamente piensa en cómo la ve el, este extranjero que acaba de arribar a su vida. Es tan ciega su obsesión de estar siendo mirada ( y ojalá que deseada) que ya casi se ha olvidado de él, que camina a su lado.
Un aire de otoño los sorprende, el pañuelo que ella lleva flotando alrededor del cuello, se despliega al viento, como un estandarte de la seducción,y ahora acaricia la cara de él con elegancia cinematográfica, piensa ella y sonríe autosuficiente, como una estatua adorada en la iglesia. El, por completo ajeno a todo ese glamur mental, suelta un grito de terror y exclama en un idioma extranjero "acht du scheisse! Creí que una araña muy horrible mordía mi cara". 




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