Palabras viejas, palabras nuevas
A estas alturas no puedo
pretender
Que las palabras de amor sean
únicas
Maldita mi suerte de poeta:
He dejado tiradas por ahí
muchas palabras viejas.
No puedo decirte que a nadie
le haya dicho
Te amo
Ni que esta boca otras bocas
no ha besado,
No puedo renegar de nada
Sin renegar de mi
No es posible negar las risas
y las lágrimas
Los abrazos de otros brazos
Otras manos en mi espalda
Mucho agua ha pasado por los
puentes
Que con toda seriedad traté
de construir en mi vida
Sin medir jamás si esos ríos
llegarían hasta el mar.
Y me vi, un día, parada en el
medio del desierto de mi vida
Con un ramo de palabras secas
y vacías
Y todo el anhelo para nadie
convertido en desencanto
con un gran cansancio de
intentar y no lograrlo
la poeta escribiendo
jeroglíficos en las famosas paredes invisibles pero duras.
Pero la vida me guardaba mi
mejor sorpresa
(porque así de imprevisible
es la vida)
Mi regalo
Mi amor, que sos vos, que no
sabías que ibas a quererme de verdad
Vos, que venías a ver lo que
quedaba de tu amor de fantasía,
Vos, el bien amado por tu
hermosa mujer de carne y sangre,
Tu Inés desvanecida
Y solo de verte
De pie, desconfiado, dolido
pero a la espera,
con tu mensaje hecho jirones en la imposible
botella del último naufragio
Y todas las palabras muertas,
mis hermosas palabras desahuciadas
Se despertaron como las
flores bajo una lluvia
Y eso es lo que tengo para
darte:
Mis palabras nuevas,
renacidas.
Comentarios
Publicar un comentario