CRONICAS DE UNA CIUDAD GASTADA




Mirar las luces encendidas,
llenarme los ojos con el ritmo de la gente que camina.
Me lanzo de brazos abiertos,
me cubro la cara de sonrisas
y me confundo en esta ciudad gastada.
Invento gestos y palabras
apresando rostros de fantasmas,
personas que habitan las esquinas,
momias de este circo destrozado.

Los ruidos amartillan mi cerebro,
suenan sirenas, gritos,
y músicas de moda.

No hay nadie,
no hay nadie tras los vidrios de las casas,
gente muerta y olvidada
gente ciega que no responde a mis señales
y yo doy vueltas por las plazas, cantando marchas de protesta.
Las mujeres de la noche con sus cuerpos de plástico
devoran con sus risas tontas, perdidas en el humo de algún bar,
hay niños con ojos noctámbulos transitando las las veredas
y corren los mendigos a encontrar zaguanes.
Mirar las luces encendidas, llenarme los ojos de ciudad.

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