Un Hombre,Todos los hombres





Un Hombre, todos los hombres.


"Para que El te ame, solo debes escuchar todas sus historias
y contarle algunas mentiras"
(Reina Luxor, travesti de la Reeperbahn)


Tengo 50 años, y no consigo sentirme mayor. 
No digo, de aspecto, porque los espejos ya me duelen un poco, sino "mayor" como me imaginaba de chica que era mi abuela, por ejemplo.
Sabia, tranquila, tolerante con todas las tonterías de las pasiones.
Tengo todos estos años, y si miro para atrás veo un paisaje lleno de perdidas, de fracasos, de intentos que no fueron.
También veo otras cosas, claro, sino sería intolerable, pero las cosas que resultaron bien  no son las que no me dejan dormir en esta noche.
No me deja dormir la sensación que pude haber abierto aquella puerta, pero preferí saltar por la ventana,
que no le dije a tiempo , a ese o aquel, cuánto lo amaba,
que tantas veces me importo más el reflejo de mi misma sobre otro, que el otro en sí.
Parezco dura conmigo misma, pero les aseguro que no soy todo lo dura que debería.
Me cuesta tanto trabajo verme objetivamente, y además tengo la desgracia de ser bastante creativa, asíque no se me hace difícil adornar la realidad con todo lo que haga falta para que se vea mas bonita.
Y no me refiero a mentir, sino a poner todos los medios para que las cosas resulten mas fascinantes de lo que en verdad son. Les cocino, prendo velas, compro flores, los llevo a lugares que sé que les van a gustar, les escribo versos y los pinto. Soy bastante irresistible, una vez que me pongo a ello...pero luego la vida escribe su propio guión y la caga. También es inevitable.

Ahora, para que vean, estoy una vez mas esperando a que se abra la puerta para que entre El, que si, tiene un nombre y una biografía y su propia historia, pero que a fines de hacerles más gráfico mi relato solo lo llamaré El, porque tengo la sospecha cada vez mas afirmada ,
que tal vez no sea mas que la continuación de una historia de amor que comenzó hace muchísimos años, saliendo de la adolescencia, y fue creciendo y transformándose en el monstruo de mil caras, en el laberinto y el minotauro y la heroína cautiva, todo junto.
 Y El, el héroe que nunca termina de atinarle.
Ah, si, mi mapa de relaciones tiene que tener a fuerza un patrón, un algoritmo, o como se le diga científicamente a este desmadre que es el recuento de las mil veces que lo intenté y no lo logré.

Suena el timbre,  atravieso de cuatro zancadas la pequeña sala de mi nuevo piso de divorciada, y esta El: tan guapo que da risa, como un especie de anuncio de revista de lujo, pelo brillante,  sonrisa perfecta, ojos matadores.
Y soy otra vez, un poco patéticamente por que tengo 50 aunque no los sienta, una chica emocionada a punto de ser besada por el chico que le gusta.
 Mi corazón maldito, que se comporta como un principiante, dentro de este cuerpo en derrumbe y este alma ya bastante cínica.
Y aunque sé mas o menos cómo será todo, no me resisto y seguro que si esto fuera una película aparecería, efecto especial, una leyenda en la pared que diría "nadie te quita lo bailado...asíque BAILA!". Pero como no es una película, El no sabe que yo sé, que por fuerza, todo, todo se acaba, asíque estoy mas allá de que pueda hacerme daño.
Porque déjenme decirles una verdad  que tal vez nadie les ha dicho: el amor  romántico es como una guerra necesaria, con muchísimos daños colaterales. Y sólo si uno acepta de antemano la derrota, esta capacitado para jugar a este juego.
Así que este hombre que de guapo da risa, no sabe que podrá tener todas las veces que quiera este cuerpo antes de que se le apague el deseo, como se apagan las luces de un teatro, y solo queda el foro vacío y un gran aburrimiento (tal vez hasta que lo mire tantas veces, que empiece a notarle todos los defectos que tiene, porque como ya dije varias veces, tengo 50 años, aunque me olvido de ese detalle todo el tiempo) .
Y se vaya con su sonrisa perfecta, sus ojos espléndidos  a dejarse querer a otro lado.
Pero entretanto no solo me besa, me alza desde mi precario metro sesenta y tres a sus alturas, y así, en andas me lleva hasta el sillón para apretarme de a de veras. Es que hace como 20 horas que no me ve, y aun tiene las luces del deseo prendidas, bendito sea dios en las alturas, y en verdad no me esta viendo a mi, a mi-yo, sino que se ve a si mismo siendo irresistible y teniendo a su disposición un material dispuesto a escucharle las historias que quiera, que pueden ser o no mas o menos inventadas, porque la primera fase del "amor" tiene de maravilloso, además del mucho sexo y las risas y las rodillas flojas, que es la única y preciosa oportunidad de volver a contarnos nuestra vida de una manera mejor, por que ese otro aun no sabe, no puede saber, en que momento no fuimos tan leales, tan corteses o valientes, porque eso no lo contamos, solo hablamos de anécdotas, nos definimos de formas tal vez no tan sinceras, pero que nos presentan una versión mejoradísima de nosotros mismos, y¿ a quien no le gusta eso?, tener la chance , una vez mas, de presentarse con el disfraz mas maravilloso y favorecedor en ese teatro con las luces todas prendidas y las sabanas revueltas, virgen santa, con los cuerpos tan cerca, que ya no se ve ni la arruga, ni lo caído, ni lo ya no tan joven, porque aquí les va otro secreto a toda las mujeres de cincuenta inseguras de su aspecto: cuando alguien por algún milagroso motivo quiere contigo, no ve nada de eso (por un tiempo) solo siente la tibieza de tu piel, la suavidad tremenda y esta mas que agradecido de que lo dejes hacértelo, sin reproches, sin rutinas de matrimonio, sin saber nada de el.

Se puede una sentir recién nacida, a pesar de llevar tanta muerte encima.
Y luego del sexo, que siempre es igual, en lo básico, pero extrañamente renovado cuando recién se empieza con un El Nuevo, viene algo de charla y entonces, amigas mías, es cuando les va este otro consejo: déjenlo contar sus cuentos, y si se aburren un poco distráiganse mirándole la boca preciosa, el huequito justo donde termina el cuello que aun tiene la huella de tu propia lengua que ya le hizo el scanner en la dichosa cama revuelta. Entonces el, cuenta cosas de su vida, y sus amigos son siempre interesantísimas personas, y sus proezas tan maravillosas como un relato  de aventuras y el no sabe, no puede saber, que una si sabe que nada puede ser tan cierto, que en algún lado esta la falla, los fracasos que se esconden, la miseria que conlleva cualquier vida.
Y no lo interrumpan, ni lo critiquen, ni se hagan las sabihondas: el quiere una vez más sentirse el rey, así que no sean mala onda, que para eso están las esposas, o ex esposas.
Y una, aleluya, es en esta etapa, la muy Deseada Presa Conquistada (en esta parte, háganme el favor, pongan caritas de Conejitas huidizas).
No lo arruinen, que es un regalo muy hermoso y tal vez, porque ya tienen 50, sea el último, o el ante último.
Estamos a un segundo y medio de no ser la presa de mas nadie, de entrarle a la última etapa de la vida, la que nadie nombra demasiado, la de la vejez definitiva. Época que espero fervientemente, sentirme libre al fin de los dictados del cuerpo.
Y cuando se despida, porque El tiene su propia casa, y su vida de verdad (no la que cuenta) no traten de retenerlo, sino que háganle saber que ustedes también tienen cosas importantísimas y divertidas y originales que hacer.
Asíque "gracias, bombón, que bien que estuviste" y cuando cierren la puerta y se vaya El con su dos metros mas que satisfechos, por el amor de Dior, como dice mi prima Annie, no se les ocurra llorar, ni ponerse pesadas con llamadas y mensajes. Espérense tantito, que aun están iluminadas y listas para otra función.

Y no es que no crea en el famoso Amor Verdadero, el que suponemos que sienten esas personas que comparten su vida desde hace años, los felizmente casados (¡y solo una vez!). Creo, y por eso, una vez mas abro la puerta para que entre un Alguien y me encuentre perfumada y misteriosa para que me agarre entre sus brazos y juguemos a que tal vez un dia nos queramos de a de veras, nos contemos un par de verdades, algunos miedos, y no tengamos ya tanta ganas de desvestirnos, pero mucha mas paciencia con nuestras limitaciones.
Lo malo conmigo, es que le pongo tanto empeño a ser ni un poco menos que fantástica, que el día que me distraigo, o si la vida me da un buen golpe por la espalda, en general el Otro queda tan asustado y confundido que emprende la retirada, de formas mas o menos elegantes (otras no tanto: una vez me dejaron por e-mail, y no era un El, pero me dolió bastante)y yo agarro mis sonrisas y mis poemitas de amor y mis cuadritos y me meto a la cama a llorar unos cuantos días, hasta que otra vez me dan ganas de salir a la vida a ver qué pasa.
Me pregunto si tengo una especie de imposibilidad genética de querer tranquilamente, como tanta gente, de dejarme querer sin tantas vueltas, un especie de defecto de fabrica que me hace querer lo que no tengo y despreciar lo que consigo.
Dicen que pasado el primer momento, todas las relaciones, cambian y se transforman o mueren en el intento, nomás.
Y el desamor duele como una injusticia, sabe a fracaso, a cenizas.
Con mi El Numero tres,  el amor terminó a los golpes en otra clase de cama revuelta, la cama del que ya no quiere nada contigo, es mas: quiere con otra.
Y yo, que ya venía de tantas derrotas y una gran tragedia, solo atiné a darme por vencida, porque como dice mi hermana, "el amor no se mendiga", y me di cuenta que puedo ser tan horrible como cualquier mujer despechada, y hacer esas cosas tan cobardes que pensé que jamás haría, como llamar a cualquier hora y cortar el teléfono, insultar a "la otra" sin medir por un segundo cuanta verdad es que en el amor no existen los culpables, solo actores, y que cada uno hace con su amor lo que puede.
Así que esto no se convertirá en ningún libro, ni mucho menos en una maldita biografía (ni cierta, ni retocada aquí y allá para hacerla mas fascinante) sino en un simple manifiesto de lo que soy: básicamente una mujer cansada de jugar este juego tan delicioso y tan tonto, un ser humano que enfrentada a las pruebas mas duras fracasó en toda la línea, siempre , una y otra vez, y sin embargo, oh milagro, aquí los dejo por que otra vez golpean a mi puerta.
bg.










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